Hace 8 meses que los dirigentes occidentales y ciertos medios públicos de difusión vienen haciendo campaña a favor de una guerra contra Siria. Las acusaciones extremadamente graves que vienen lanzando contra Bachar el-Assad intimidan a quienes se preguntan si sería justo o no desencadenar une nueva intervención militar. Pero, ¿intimidan a todos?
Por Thierry MEYSSAN | RedVoltaire | Damasco, Siria, 29 Nov. 2011
No. Con el respaldo de la Red Voltaire, algunos han
venido a verificar los hechos sobre el terreno y han podido comprobar la
verdadera envergadura de la propaganda de la OTAN. Thierry Meyssan hace
un balance del estado de la guerra mediática.
En 1999, durante la guerra de Kosovo, la Red
Voltaire expresó su indignación sobre el hecho que Francia participara
en la guerra junto a la OTAN sin que se realizara un voto al respecto en
la Asamblea Nacional y con la silenciosa complicidad de los presidentes
de los grupos parlamentarios. Señalamos entonces que la negativa del
presidente de la República y del primer ministro a organizar un
verdadero debate permitía presagiar la opacidad que rodearía la
conducción de la guerra.
También tomamos entonces la iniciativa de publicar un boletín
cotidiano sobre el conflicto. La OTAN destruyó de inmediato los sitios
web del gobierno serbio impidiéndonos así tener acceso a la versión
serbia sobre los hechos. Para remediar esa carencia nos suscribimos a
las agencias de prensa de la región (las de Croacia, Bosnia, Grecia,
Chipre, Turquía, Hungría, etc.).
Durante todo el conflicto ofrecimos un resumen diario de la
conferencia de prensa que ofrecía la OTAN en Bruselas y también un
resumen de los testimonios de los periodistas de países vecinos; países
que, habían tenido a veces graves diferencias con Serbia, pero cuyos
gobiernos narraban los hechos de la misma manera. A medida que iba
pasando el tiempo, la versión de la OTAN y la de los periodistas locales
fueron separándose, hasta que llegó el momento en que ya no tenían nada
en común.
Al final eran ya dos historias radicalmente diferentes. No teníamos
cómo saber quién mentía o si una de las dos partes estaba diciendo la
verdad. Nuestros lectores tenían la impresión de estar volviéndose
esquizofrénicos, sobre todo si se tiene en cuenta que los medios de
prensa de Europa occidental sólo repetían la versión de la OTAN y que,
por lo tanto, nuestros lectores sólo tenían dos versiones paralelas
cuando nos leían a nosotros.
Proseguimos esa línea de trabajo a lo largo de los 3 meses de
duración de los combates. Cuando por fin cesó el tronar de las armas,
los colegas y amigos que pudieron entonces viajar a los lugares de los
hechos comprobaron con estupor que no hubo «propaganda de ambas partas».
No, la versión de la OTAN era enteramente falsa mientras que la de
los periodistas locales era enteramente real. Durante los siguientes
meses informes parlamentarios de varios países miembros de la OTAN
permitieron comprobar los hechos. Varios libros fueron publicados sobre
el método concebido por el consejero de prensa de Tony Blair, método que
permitió a la OTAN manipular a toda la prensa occidental y que se
conoce como «story telling».
Se puede intoxicar a todos los periodistas occidentales y esconderles
los hechos si se les cuenta un cuento de niños, a condición de no
interrumpir jamás la narración, de cargarla con referencias capaces de
despertar lejanas reminiscencias y de mantener su coherencia.
No tuve entonces el reflejo de irme rápidamente a Serbia antes de que
estallara la guerra y ya no pude hacerlo cuando comenzó el tronar de
las armas. Pero en este momento, amigo lector, me encuentro en Siria,
donde he tenido tiempo de investigar como es debido y desde allí escribo
este artículo. Es por lo tanto con conocimiento de causa que afirmo
aquí que la máquina de propaganda de la OTAN se ha puesto nuevamente en
marcha en el caso de Siria, como anteriormente sucedió en Serbia.
La OTAN está contando una historia que no tiene nada que ver con la realidad y lo hace con ánimo de justificar una «intervención militar humanitaria»,
al estilo del oxímoron blairiano. Y ahí termina el paralelismo:
Slobodan Milosevic era un criminal de guerra que nos presentaron como un
autor de crímenes contra la humanidad para justificar el
desmembramiento de su país; Bachar el-Assad es un combatiente de la
resistencia antiimperialista y antisionista que apoyó al Hezbollah
cuando el Líbano fue agredido y que además respalda al Hamas y a la
Yihad islámica en su lucha por la liberación de la patria palestina.
Cuatro mentiras de la OTAN
Falso. Sólo en algunas ciudades, y al llamado de predicadores
sauditas y egipcios a través de Al-Jazzera, se produjeron algunas
manifestaciones contra el presidente Bachar el-Assad y lo cierto es que
esas manifestaciones reunieron, cuando más, un total de 100 000
personas. En dichas manifestaciones no se pedía más libertad sino la
instauración de un régimen islámico. Si se exigía la dimisión del
presidente al-Assad no era por causa de su política sino porque los
manifestantes apoyaban una corriente sectaria del sunnismo, la corriente
takfiri, y afirman que Bachar el-Assad es un hereje –porque es alauita–
sin derecho por lo tanto a ejercer el poder en un país musulmán que,
según la corriente takfiri, sólo puede ser gobernado legítimamente por
un sunnita perteneciente a la misma escuela teológica que la corriente
takfiri.
Falso. En primer lugar, es imposible reprimir manifestaciones que
nunca han tenido lugar. Además, desde el principio mismo de los
incidentes, las autoridades comprendieron que el objetivo era provocar
enfrentamientos de índole confesional en un país donde el laicismo ha
sido la columna vertebral del Estado desde el siglo VIII. Así que el
presidente Bachar el-Assad prohibió a las fuerzas de seguridad, a la
policía y el ejército, el uso de armas de fuego en cualquier
circunstancia en la que existiese la más mínima posibilidad de herir a
civiles. Su objetivo es impedir que la existencia de heridos o muertos
de tal o más cual confesión pueda servir de pretexto para justificar una
guerra confesional. Las fuerzas de seguridad están aplicando esas
instrucciones presidenciales al pie de la letra, incluso, como veremos
más adelante, al precio de poner en peligro las vidas de sus propios
miembros. En cuanto a la cantidad de muertos, en realidad son la mitad
de la suma mencionada. Y la mayoría no son civiles sino soldados y
policías, lo cual pude comprobar personalmente en el transcurso de mis
visitas a hospitales y morgues civiles y militares.
Falso. Sólo se han producido unas pocas decenas de deserciones y los
desertores han huido a Turquía, donde están bajo las órdenes de un
oficial miembro del clan de Rifaat el-Assad y Abdel Hakim Khaddam,
públicamente vinculado a la CIA. Lo que sí existe es un creciente número
de jóvenes que se niegan a hacer el servicio militar, a menudo debido a
presiones de sus familiares más que por decisión propia, ya que los
militares que caen en una emboscada no tienen derecho a defenderse
haciendo uso de sus armas si se hallan civiles en el lugar. Así que los
militares tienen que estar dispuestos a sacrificar sus propias vidas si
no tienen cómo escapar a sus agresores.
Falso. En relación con el número y la crueldad de los ataques
perpetrados por los escuadrones provenientes del exterior, los
desplazamientos de población son poco numerosos. Siria es un país
autosuficiente en el plano agrícola y la producción no ha disminuido
significativamente. Sí existen, en cambio, frecuentes interrupciones de
la circulación a través de las carreteras en las que se producen la
mayoría de las emboscadas. Además, al producirse algún ataque dentro de
una ciudad, los comerciantes cierran de inmediato sus establecimientos.
Esto ha venido ocasionando graves problemas de distribución, incluso en
lo tocante a la alimentación. Pero ni siquiera son esas las verdaderas
causas del problema. Son las sanciones económicas las que están
provocando un desastre. Siria, país que a lo largo del decenio había
registrado una tasa anual de crecimiento del 5%, ya no puede vender sus
hidrocarburos a Europa occidental y su industria turística está siendo
gravemente afectada. Mucha gente ha perdido así sus empleos y sus
ingresos y se ve por lo tanto obligada a economizar en todos los
aspectos. El gobierno está haciéndose cargo de esas personas y está
distribuyendo gratuitamente combustible (para la calefacción) y
alimentos. Lo cierto es que, ante tal situación, hay que decir que sin
la ayuda del gobierno de el-Assad, 1,5 millones de sirios serían hoy
víctimas de la desnutrición por causa de las sanciones de los países
occidentales.
Cuatro evidencias que la OTAN se empeña en ocultar
Por el contrario, para rusos y chinos, al igual que para venezolanos y sudafricanos, lo que sucede en Siria es la continuación del «rediseño del Medio Oriente ampliado» anunciado por Washington y que ya ha dejado 1,2 millones de muertos, un proceso al que toda persona preocupada por la vida humana debe sentirse deseosa de poner fin. Estos últimos recuerdan que, el 15 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush programó 7 guerras. Los preparativos para el ataque contra Siria comenzaron oficialmente el 12 de diciembre de 2003 con el voto de la Syrian Accountability Act, en medio de la euforia por la caída de Bagdad. Desde ese día, el presidente de Estados Unidos –cargo que hoy ejerce Barack Obama– cuenta con la autorización del Congreso para atacar Siria y ni siquiera está obligado a presentarse ante los parlamentarios estadounidenses antes de dar la orden de abrir fuego. Así que la cuestión no es saber si la OTAN ha encontrado una justificación divina para desencadenar la guerra sino más bien si Siria podrá encontrar un medio de salir de esta situación, como ya logró hacerlo ante todas las acusaciones difamatorias, y para no caer en todas las trampas anteriores, como el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri o el ataque israelí contra una imaginaria central nuclear militar.
Los "grandes medios de prensa comercial" occidentales ante los hechos y como testigos
Ya al terminar este artículo quisiera señalar, amigo lector, que la Red Voltaire facilitó una gira de prensa organizada por iniciativa del Centro Católico de Información de los Cristianos de Oriente, en el marco de la apertura a los medios de prensa occidentales, apertura que el propio presidente el-Assad anunció a la Liga Árabe.
Nosotros mismos ayudamos a los periodistas de los grandes medios a viajar a las zonas de combate. Nuestros colegas se sintieron al principio incómodos en nuestra compañía, al mismo tiempo porque tenían de nosotros una imagen negativa preconcebida y porque creían trataríamos de lavarles el cerebro. Pero pudieron comprobar posteriormente que somos personas normales y que nuestro compromiso no nos ha hecho renunciar a nuestro espíritu crítico.
En definitiva, a pesar de que están íntimamente convencidos de la bondad de la OTAN y de que no comparten nuestro propio compromiso antiimperialista, pudieron ver y oír la realidad de los hechos. Con honestidad, mencionaron en sus trabajos las acciones de las bandas armadas que siembran el terror en el país.
También es cierto que se abstuvieron de contradecir abiertamente la versión atlantista y que trataron de conciliar con esa versión lo que ellos mismos habían podido ver y oír, lo cual los obligó a veces a hacer toda una serie de piruetas alrededor del concepto de «guerra civil» entre el ejército sirio y mercenarios extranjeros. En todo caso, los reportajes de la Radio Televisión Belge (RTBF) o los del diario La Libre Belgique, por citar tan sólo dos casos, demuestran que desde hace 8 meses la OTAN ha venido escondiendo las acciones de los escuadrones de la muerte extranjeros cuyos crímenes atribuye a las autoridades sirias.
Vale la pena intentar difundir este artículo en los medios que sea posible!!
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