Las consecuencias que está teniendo la crisis, y concretamente el
desempleo, en la salud han sido tratadas en más de una ocasión en
diversos artículos en la prensa y en revistas más especializadas. Más
específicamente se ha tratado de los efectos negativos del desempleo en
la salud mental, de lo que cada vez hay más abundancia de indicadores:
aumento de visitas médicas relacionadas con problemas de ansiedad,
elevados casos de depresión, aumento del alcoholismo y otras
drogodependencias, incremento de casos de violencia, aumento de consumo
de medicamentos antidepresivos y ansiolíticos, etc.
Por Sergi RAVENTÓS | SinPermiso | Rebelión | diciembre 26.2011
Existe una relación
muy directa entre las crisis económicas, el desempleo y el
empeoramiento de la salud mental. Un dato: el promedio de personas con
problemas psicológicos entre los desempleados es de un 34%; en cambio
entre las personas con empleo es del 16%. Otra constatación es que
cuanto mayor es la duración del período de desempleo son mayores las
consecuencias negativas sobre la salud mental.
Según una encuesta reciente, la calidad de vida de los ciudadanos del reino de España ha empeorado debido a la bajada de sus ingresos y a que su salud se ha deteriorado. También existe una relación entre la protección social y la salud mental. La protección social es un buen protector de la salud mental; es el caso de tener una prestación de paro que ejerce de factor determinante entre tener mejor o peor salud mental en el caso de estar desempleado [1]. En los países con mayor protección social como es el caso de Suecia, los índices de suicidio no están correlacionados con el desempleo a diferencia del reino de España, donde los índices de suicidio y desempleo van al unísono [2]. Pero entre los datos sobre el deterioro de la salud mental en tiempos de crisis hay uno que es muy destacado y que algunos artículos de prensa en los últimos días [3] han puesto de manifiesto: el aumento alarmante de los casos de suicidio. El suicidio es una de las formas de muerte más extendida del mundo superando a los muertos por accidente de tráfico, terrorismo y violencia machista, pero aunque un millón de personas se suicide cada año según la OMS (mayoritariamente hombres) es un tipo de muerte que ha padecido desde siempre un gran tabú. Una de las razones de este tabú es el efecto contagio analizado hace muchos años en De la Contagion del suicide de Paul Moreau de Tours (1875) y La contagion du meurtre de Paul Aubry (1896). Contagio que provocarían determinadas figuras públicas influyentes o celebridades como cantantes de rock o incluso líderes sectarios que arrastran a multitudes y que pueden provocar algún efecto entre sus seguidores. Pero como han analizado algunos autores parece muy frágil esta argumentación pues es “absurdo otorgarle a éste unas capacidades contagiosas más peligrosas que las de ese otro tipo de violencia ejercida sobre segundas y terceras personas, aquella que, paradójicamente, atiborra los medios de comunicación” [4]. Este tabú ha sido manifiesto en todas las épocas y culturas y censurado por casi todas las religiones como ahora pone de manifiesto la iglesia (en este caso ortodoxa) griega cuando niega servicio religioso a las familias de suicidas y eso contribuiría a esconder la verdadera realidad que sería aún mucho más acuciante.
Aunque los motivos del suicidio han sido analizados y pueden ser muy variados [5], pues pueden tener muchas explicaciones ya sea producto de desengaños amorosos, la muerte de un ser querido, el miedo a ser torturado, la imitación de otro suicida, el abuso de drogas, la soledad, el abandono familiar, trastornos psiquiátricos severos, motivos sectarios, presión grupal, etc. cuando hay una correlación estadística significativa entre las recesiones económicas, el paro y los suicidios, hay que ser muy obtuso para no querer ver la relación que existe entre quitarse la vida y la desesperación de estar desempleado y la incertidumbre y pánico al futuro. Ésta sería la explicación más evidente del gran aumento en los países más azotados por la crisis y por los planes de austeridad y recortes en los servicios públicos de muchos gobiernos. ¿Acaso es tan difícil imaginarse la desesperación que puede sentir alguien con grandes deudas hipotecarias, cargas familiares y estar desempleado de larga duración en estos momentos? ¿Hace falta que nos cuenten últimamente algunos periódicos que alguna gente se suicida por acumular deudas? ¿No es sabido también que nueve de cada diez suicidios presentan algún tipo de padecimiento psíquico? ¿Y cómo se llega a este padecimiento psíquico?
Unas tasas de suicidio que curiosamente venían disminuyendo de forma progresiva en los últimos años y que a partir del 2008 han vuelto a repuntar. ¿Año 2008? ¿Año de crisis? Evidentemente. Se sabe desde hace muchos años la relación que existe entre crisis y suicidios, también por otras más recientes como la asiática de finales de los noventa, en las que las tasas de suicidio de los varones en 1998 aumentaron un 39% en Japón, un 44% en Hong-Kong y un 45% en la República de Corea. Pero también se dispone de datos más actuales y cercanos: en la Unión Europea (UE) cada nueve minutos se suicida una persona, esto representó unas 58.000 personas durante el año 2008, lo cual supuso un incremento de un 16% respecto al año 2007 que se inició esta crisis. Muy indicativo.
Los países con índices de suicidio más altos de la UE actualmente son: Lituania con 39 casos por cada 100.000 habitantes, Hungría, Letonia, Estonia y Eslovenia con unos índices del 23/24 casos y entre los más ricos encontramos: Finlandia, Francia y Bélgica con unos 20 casos.
Pero con la crisis estos índices han aumentado especialmente en los Países Bálticos y en Grecia en unas proporciones muy considerables. Concretamente en 2009 hubo en Lituania un aumento del 14% respecto al 2008. En Estonia fue del 15,6% y en Letonia del 19%.
Tampoco es nada casual que los tres países “que más lejos han ido por el camino de la austeridad -Letonia, Irlanda y Grecia- son precisamente los que han registrado las subidas mayores de suicidios entre 2008 y 2009” nos recuerda el artículo de prensa más arriba citado. El caso de Grecia merece una atención especial pues no es para menos: la tasa de suicidios en Grecia desde el inicio de la crisis ha pasado de un 2,8 a 6 por 100.000 habitantes.
Pero que nadie se engañe y se crea que es un problema sólo de los países pobres de Europa o de los PIGS y de los que han salido mal parados con la crisis del euro… pues en el Reino Unido y después de una década de disminución de las tasas de suicidio, entre el 2007 y 2009 ya se ha incrementado un 8% el índice de suicidios. En el año 2008 se suicidaron hasta 5.706 personas, lo que supone unas 16 al día [6].
Es sabido desde hace unos años [7] que los problemas de salud mental constituyen un problema de salud pública cada vez más extendido y que la depresión será la segunda o la primera causa de enfermedad en la UE en los próximos años. Esto conviene recordar que fue analizado antes de la crisis de finales del 2007. A estas alturas de la crisis y en determinados países con unas políticas de recortes brutales de los servicios básicos de bienestar y sin estructuras robustas de protección social tal vez los problemas de salud mental van a adquirir unas dimensiones dantescas si es que ya no se están produciendo. Tal vez hay que mencionar que la depresión está detrás de las dos terceras partes de los que se quitan la vida.
Los estudios más rigurosos y los documentos de la OMS demuestran que los países con una buena seguridad social y con sistemas de protección social adecuados se pueden llegar a frenar y disminuir las tasas de suicidios. Otra cosa y no poco importante es que se les quiera hacer caso.
Según una encuesta reciente, la calidad de vida de los ciudadanos del reino de España ha empeorado debido a la bajada de sus ingresos y a que su salud se ha deteriorado. También existe una relación entre la protección social y la salud mental. La protección social es un buen protector de la salud mental; es el caso de tener una prestación de paro que ejerce de factor determinante entre tener mejor o peor salud mental en el caso de estar desempleado [1]. En los países con mayor protección social como es el caso de Suecia, los índices de suicidio no están correlacionados con el desempleo a diferencia del reino de España, donde los índices de suicidio y desempleo van al unísono [2]. Pero entre los datos sobre el deterioro de la salud mental en tiempos de crisis hay uno que es muy destacado y que algunos artículos de prensa en los últimos días [3] han puesto de manifiesto: el aumento alarmante de los casos de suicidio. El suicidio es una de las formas de muerte más extendida del mundo superando a los muertos por accidente de tráfico, terrorismo y violencia machista, pero aunque un millón de personas se suicide cada año según la OMS (mayoritariamente hombres) es un tipo de muerte que ha padecido desde siempre un gran tabú. Una de las razones de este tabú es el efecto contagio analizado hace muchos años en De la Contagion del suicide de Paul Moreau de Tours (1875) y La contagion du meurtre de Paul Aubry (1896). Contagio que provocarían determinadas figuras públicas influyentes o celebridades como cantantes de rock o incluso líderes sectarios que arrastran a multitudes y que pueden provocar algún efecto entre sus seguidores. Pero como han analizado algunos autores parece muy frágil esta argumentación pues es “absurdo otorgarle a éste unas capacidades contagiosas más peligrosas que las de ese otro tipo de violencia ejercida sobre segundas y terceras personas, aquella que, paradójicamente, atiborra los medios de comunicación” [4]. Este tabú ha sido manifiesto en todas las épocas y culturas y censurado por casi todas las religiones como ahora pone de manifiesto la iglesia (en este caso ortodoxa) griega cuando niega servicio religioso a las familias de suicidas y eso contribuiría a esconder la verdadera realidad que sería aún mucho más acuciante.
Aunque los motivos del suicidio han sido analizados y pueden ser muy variados [5], pues pueden tener muchas explicaciones ya sea producto de desengaños amorosos, la muerte de un ser querido, el miedo a ser torturado, la imitación de otro suicida, el abuso de drogas, la soledad, el abandono familiar, trastornos psiquiátricos severos, motivos sectarios, presión grupal, etc. cuando hay una correlación estadística significativa entre las recesiones económicas, el paro y los suicidios, hay que ser muy obtuso para no querer ver la relación que existe entre quitarse la vida y la desesperación de estar desempleado y la incertidumbre y pánico al futuro. Ésta sería la explicación más evidente del gran aumento en los países más azotados por la crisis y por los planes de austeridad y recortes en los servicios públicos de muchos gobiernos. ¿Acaso es tan difícil imaginarse la desesperación que puede sentir alguien con grandes deudas hipotecarias, cargas familiares y estar desempleado de larga duración en estos momentos? ¿Hace falta que nos cuenten últimamente algunos periódicos que alguna gente se suicida por acumular deudas? ¿No es sabido también que nueve de cada diez suicidios presentan algún tipo de padecimiento psíquico? ¿Y cómo se llega a este padecimiento psíquico?
Unas tasas de suicidio que curiosamente venían disminuyendo de forma progresiva en los últimos años y que a partir del 2008 han vuelto a repuntar. ¿Año 2008? ¿Año de crisis? Evidentemente. Se sabe desde hace muchos años la relación que existe entre crisis y suicidios, también por otras más recientes como la asiática de finales de los noventa, en las que las tasas de suicidio de los varones en 1998 aumentaron un 39% en Japón, un 44% en Hong-Kong y un 45% en la República de Corea. Pero también se dispone de datos más actuales y cercanos: en la Unión Europea (UE) cada nueve minutos se suicida una persona, esto representó unas 58.000 personas durante el año 2008, lo cual supuso un incremento de un 16% respecto al año 2007 que se inició esta crisis. Muy indicativo.
Los países con índices de suicidio más altos de la UE actualmente son: Lituania con 39 casos por cada 100.000 habitantes, Hungría, Letonia, Estonia y Eslovenia con unos índices del 23/24 casos y entre los más ricos encontramos: Finlandia, Francia y Bélgica con unos 20 casos.
Pero con la crisis estos índices han aumentado especialmente en los Países Bálticos y en Grecia en unas proporciones muy considerables. Concretamente en 2009 hubo en Lituania un aumento del 14% respecto al 2008. En Estonia fue del 15,6% y en Letonia del 19%.
Tampoco es nada casual que los tres países “que más lejos han ido por el camino de la austeridad -Letonia, Irlanda y Grecia- son precisamente los que han registrado las subidas mayores de suicidios entre 2008 y 2009” nos recuerda el artículo de prensa más arriba citado. El caso de Grecia merece una atención especial pues no es para menos: la tasa de suicidios en Grecia desde el inicio de la crisis ha pasado de un 2,8 a 6 por 100.000 habitantes.
Pero que nadie se engañe y se crea que es un problema sólo de los países pobres de Europa o de los PIGS y de los que han salido mal parados con la crisis del euro… pues en el Reino Unido y después de una década de disminución de las tasas de suicidio, entre el 2007 y 2009 ya se ha incrementado un 8% el índice de suicidios. En el año 2008 se suicidaron hasta 5.706 personas, lo que supone unas 16 al día [6].
Es sabido desde hace unos años [7] que los problemas de salud mental constituyen un problema de salud pública cada vez más extendido y que la depresión será la segunda o la primera causa de enfermedad en la UE en los próximos años. Esto conviene recordar que fue analizado antes de la crisis de finales del 2007. A estas alturas de la crisis y en determinados países con unas políticas de recortes brutales de los servicios básicos de bienestar y sin estructuras robustas de protección social tal vez los problemas de salud mental van a adquirir unas dimensiones dantescas si es que ya no se están produciendo. Tal vez hay que mencionar que la depresión está detrás de las dos terceras partes de los que se quitan la vida.
Los estudios más rigurosos y los documentos de la OMS demuestran que los países con una buena seguridad social y con sistemas de protección social adecuados se pueden llegar a frenar y disminuir las tasas de suicidios. Otra cosa y no poco importante es que se les quiera hacer caso.
NOTAS:
(1) Es ilustrativo el estudio de: Artazcoz L, Benach J, Borrell C, Cortès I. “Unemployment and mental health: understanding the interactions among gender, family roles, and social class”. Am J Public Health 2004; 94: 82-88.
(2) Ver los gráficos en el interesante documento para la OMS: http://groups.stakes.fi/NR/rdonlyres/D4A834E6-E7EC-4C2B-912D-6869454FF3E4/0/Background_2_EconomicCrises_and_Mental_Health.pdf
(3) Una muestra es el artículo de Andy Robinson publicado en la Vanguardia del pasado 8 de diciembre http://www.lavanguardia.com/internacional/20111207/54239901999/gran-depresion-griega.html
(4) Sobre los motivos del suicidio leer el interesante ensayo de Juan Antonio Horrach en http://www.kiliedro.com/index.php?option=com_content&task=view&id=296
(5) Un estudio clásico de la Sociología es el de Durkheim, E. (1897). El suicidio. Argentina: Losada, S.A.
(6) Ver Ben Riley-Smith http://www.guardian.co.uk/society/2011/dec/15/suicide-rates-economy-cuts-mental-health#history-link-box The Guardian, 15 December 2011. Agradezco a Angel Ferrero el envío de este artículo.
(7) El libro verde de la salud mental en la UE fue publicado en el año 2005. http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/site/es/com/2005/com2005_0484es01.pdf
Sergi Raventós es diplomado en Trabajo Social y licenciado en Sociología, trabaja en una fundación sociosanitaria y es miembro de la Junta de la Red Renta Básica (www.redrentabasica.org)
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4633
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