Un artículo de ayer en El Periódico muestra algunos recursos de la violencia mediática a la hora de desacreditar a quienes se atreven a cuestionar las verdades oficiales. Interesante porque condense tres de estas "verdades" cuya sostenimiento y defensa se asigna a los medios de "comunicación masiva" –el Holocausto, el origen humano del cambio cambio climático y el darwinismo.
El Holocausto es el paradigma de la verdad oficial, los historiadores pueden investigar el genocido armenio por los turcos, el de los aborígenes americanos por españoles, ingleses y criollos, sin mayor miedo a ser tachados de antiturco, antiespañol, antibritánico, antinorteamericano o antisudamericano. No ocurre lo mismo con el de los judíos a manos de los nazis. En Alemania van a la cárcel si cuestionan las bases del cálculo de la cifra de seis millones, en otros países son expulsados y toda la prensa occidental les colgará el epíteto de "negacionista". Me parece que no se niegan los campos de concentración, sino que se analizan desde el punto de vista demográfico, histórico, forense, incluso logístico, las dimensiones y el propósito del horror. Hasta hace un tiempo esas tesis sólo eran defendidas por pronazis. Hoy, no solamente.
En cuanto al cambio climático, evidente para quien tenga más de cuarenta años, la cuestión es si éste es normal dentro de los grandes ciclos meteorológicos de la Tierra y, si no lo fuera, qué lo está produciendo. La versión oficial del IPCC, Kyoto y Al Gore es que es anormal y producto de las emisiones industriales de CO2. Esta versión es cuestionada política y económicamente, por un lado por la industria petrolera y automotriz, y los países industriales emergentes. Pero también, por otro, denunciada por científicos independientes y rebotados del IPCC, que explican que todo el sistema solar se está calentando, observación en la que coincide la Nasa que ya alertó de un aumento progresivo en la actividad solar.
La polémica evolucionismo-creacionismo es un ejemplo más de cómo una discusión que debería ser seria, se presenta del modo más rancio en los medios de desinformación. No hace falta ser un fundamentalista cristiano para advertir puntos hipotéticos en el darwinismo clásico. Otras hipótesis alternativas del surgimiento de lo humano desde lo natural, tales como el principio antrópico o la hibridación extraterrestre, son sistemáticamente ninguneadas al gran público.
Al no ser especialista en genocidios, cambios climáticos ni en el origen de la humanidad, no pontifico sobre quién tiene o no razón. Lo que digo en este caso, es que el columnista sustenta su opinión en supuestas evidencias científicas que son cuestionadas o rebatidas como tales en ámbitos científicos. Digo además que los llamados medios de comunicación, cumplen una función desinformadora al presentar los temas desde una discusión recalcitrante conservador-progresista y negarte otros enfoques y puntos de vista. Esta aparente discusión de los medios es manipuladora al forzarte a tomar partido entre lo "malo" y lo "bueno" que te presentan, ocultándote otras perspectivas e implicaciones que pueden resultar más esclarecedoras.
Nadie te niega el derecho a creer en las verdades oficiales, pero estaría bien que compararas lo que dice el columnista de prensa o el tertuliano de radio y Tv – especialistas en comentar "lo que todos sabemos"– con otras fuentes de información, ajenas a los grandes medios. Aprovechemos ahora, mientras tengamos internet...
Ramón Folch: Negacionismo
El Periódico, 8 de marzo 2009
"Haberlas, haylas", decía aquel que no creía en las brujas. No creía en ellas, pero admitía que había. Creer o no creer no dependía para él de la realidad, sino de sus apriorismos. Acostumbrado a comulgar con ruedas de molino, había conseguido supeditar los hechos a los prejuicios. Rendirse a la evidencia es, en el fondo, una actitud cartesiana; la fe del carbonero, no.
Por esta vía se puede negar el Holocausto o los campos de exterminio nazis, hay obispos que lo hacen. Hay que ser bestia, a la vista de las pruebas. No hace falta serlo tanto para dudar de la evolución biológica, que es una evidencia científica demostrada por activa y por pasiva, pero para nada obvia, si no dispones de las claves interpretativas. Y aún más excusable resulta no ver claro el qué y el cómo del cambio climático en curso, pues se trata de un fenómeno en gran medida todavía por llegar. Pero la comprensión para con el ignorante escéptico cede ante el conocedor malintencionado. Un biólogo no puede ser antidarwinista por ser creyente y un físico no puede negar el origen antrópico del cambio climático actual, o el propio cambio climático, porque una petrolera le pague las investigaciones.
El rechazo de la evidencia se llama ahora negacionismo. El negacionista, en lugar de probar la culpabilidad que presupone, exige que el acusado pruebe su inocencia. No poder demostrar al cien por cien que algo es blanco no significa que sea negro. Deducir o inducir no es especular. La teoría de la evolución o el cambio climático no son hipótesis. Son conclusiones a las que se llega tras acumular indicios, pruebas y evidencias. ¿Qué indicios, pruebas y evidencias aportan los negacionistas?
Flatulencia
El Heartland Institut es un think tank neoliberal norteamericano vinculado a la General Motors y en buena medida financiado por Exxon Mobil, según todas las fuentes. Hoy en día, con el espectáculo financiero organizado por el neoliberalismo y con el sector automovilístico en horas bajas, debería tratar de pasar desapercibido. Pues no: convoca para este fin de semana, en Nueva York, una International Conference on Climate Change bajo el lema Calentamiento global: ¿hay alguna crisis?.
En su web, un grosero vídeo promocional atribuye la exaltación del efecto invernadero a las flatulencias del ganado. También podría atribuirlo a las de los humanos, que al fin y al cabo somos 7.000 millones y largamos igualmente metano (unos más que otros). No parece una manera muy científica de invitar a la reflexión. El experto José María Aznar debía encabezar el cartel de invitados, pero finalmente ha declinado. Le echarán de menos los 80 personajes notorios y no muy notables que, al parecer, se reunirán para negar la evidencia.
¿Qué mueve a los negacionistas? Revisar conclusiones provisionales --en ciencia todas los son-- es prudente y saludable. Hay piezas del calentamiento global que no acaban de encajar, cierto es. Pero el negacionismo no es higiénica duda científica. Es sesgo interesado o reduccionismo de científico obsesionado con su microparcela, que no halla lo bastante considerada por el Intergovernmental Panel on Climate Change. En definitiva, es un fundamentalismo camuflado. Ni darwinismo, ni cambio climático, ni nada que no figure en la Biblia o en la hoja de ruta neoliberal. Bochornoso.
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